OBESIDAD: ¿Predisposición genética?
- Marjoree Villarreal
- 8 jun 2023
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 13 jun 2023
¿Tenemos algún control sobre nuestro peso? La genética puede influir en la predisposición de la obesidad, hábitos de vida y en el control de nuestro peso corporal.

Fotografía de Tania Dimas
Un individuo suele engordar con mas facilidad que otro, los factores pueden ser los malos genes, y no solo una mala dieta. Los científicos han descubierto que existen mutaciones genéticas que hacen que algunas personas se sientan menos saciadas después de cada alimento, lo que conlleva a quienes poseen estas variantes genéticas coman con más frecuencia o también consuman alimentos con mas calorías.
"La obesidad no es una elección", afirma Giles Yeo, genetista que estudia la obesidad en la Universidad de Cambridge (Reino Unido). "La genética del peso corporal es, por definición, la genética de cómo nuestro cerebro controla la comida".
Según la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (ENDES) 2021, el 62.7 % de personas de 15 años de edad a más padece de exceso de peso a nivel nacional, siendo las mujeres quienes presentaron mayor prevalencia (65.6 %) frente a los hombres (59.5 %). En relación con el área de residencia, la zona urbana presenta un mayor porcentaje de personas con exceso de peso (66.2 %) frente a la zona rural (48.7 %).
En el caso de los niños menores de 5 años, la encuesta señala que, durante los años 2017, 2018 y 2019, el sobrepeso y obesidad tuvieron un promedio de 8 %; mientras que en el 2020 aumentó en 2 puntos porcentuales (10 %). Para el año 2021, se registró un ligero descenso en 0.4 puntos porcentuales (9.6 %), siendo la mayor prevalencia de niños en la costa (13.7 %) frente a la sierra (5,2 %) y selva (4.5 %).
Al respecto, la Mg. Beatriz Quispe Quille, miembro del equipo técnico de la Dirección de Promoción de la Salud del Ministerio de Salud (Minsa), señaló que actualmente en el país de cada 10 adultos hay 8 que ya tienen problemas de obesidad y sobrepeso y que en el caso de los niños menores de 5 años es preocupante ver que las estadísticas se estén incrementando.
Aunque la dieta y el nivel de actividad física juegan un papel fundamental en el aumento de la población con obesidad, la investigación científica revela que, al igual que sucede con la estatura, entre el 50% y el 80% de la variabilidad en los pesos corporales puede atribuirse a cambios sutiles en algunos genes. Si bien las mutaciones genéticas únicas que garantizan la obesidad son extremadamente raras, las múltiples variaciones genéticas que tienen un efecto mínimo (lo que hace que algunas personas sean ligeramente más propensas a ganar peso) son más comunes. Cuando alguien hereda varias de estas variaciones genéticas, su riesgo de desarrollar obesidad aumenta significativamente, especialmente si se combinan con otros factores relacionados con el estilo de vida.
"Necesitamos que el público comprenda que, hasta ahora, y de forma muy incorrecta, hemos considerado la obesidad como un defecto del carácter", afirma Naji Abumrad, cirujano endocrino del Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt (Estados Unidos) que trata a pacientes con obesidad mórbida y estudia los efectos de la cirugía para perder peso.
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La obesidad se origina en el cerebro
El descubrimiento de la influencia de la naturaleza en la obesidad se produjo de manera fortuita en 1949, cuando los investigadores del Laboratorio Jackson de Bar Harbor (Estados Unidos) observaron que una cepa de ratones de laboratorio mostraba un crecimiento anormalmente "gordo", ya que comían en exceso y parecían estar siempre hambrientos. Pasaron 45 años hasta que lograron identificar una mutación en un gen (llamado gen de la obesidad) que provocaba que los ratones tuvieran un apetito excesivo y aumentaran de peso. Posteriormente, una serie de estudios demostraron que el gen de la obesidad producía una hormona llamada leptina, derivada de la palabra griega "leptós", que significa "delgado". Esta hormona se unía a un receptor en el cerebro para indicar la saciedad. Sin niveles suficientes de leptina, los ratones experimentaban hambre, comían en exceso y ganaban peso.
Estudios posteriores revelaron que el gen de la leptina era sólo un miembro de una compleja red de genes vinculados entre sí en la llamada vía de la melanocortina (que también incluye la insulina) para controlar el apetito.
"La leptina es la hormona producida en proporción a la grasa que indica al cerebro cuánta energía se tiene", afirma Roger Cone, investigador de la obesidad en el Instituto de Ciencias de la Vida de la Universidad de Michigan (Estados Unidos).
Las células adiposas liberan leptina en el torrente sanguíneo, lo que envía una señal al cerebro de saciedad y ayuda en la quema de grasa. Según explica Cone, "al igual que un termostato en la pared que regula la cantidad de energía en una habitación, el sistema leptina-melanocortina controla la cantidad de energía que se almacena en forma de grasa". Además, existen otras vías que desempeñan roles críticos en la detección de la leptina y en la conversión de esa información en la cantidad de energía que quemamos y adquirimos.
¿Un rayo de esperanza?
Sin embargo, no todas las variaciones genéticas relacionadas con la obesidad son perjudiciales. También se ha identificado una variante genética poco común que puede proporcionar protección contra la obesidad. Un estudio que incluyó a más de 640,000 personas en México, Estados Unidos y el Reino Unido reveló que aquellos que portaban una copia inactiva de un gen activo en el hipotálamo (la región que controla el apetito y el metabolismo) tenían un peso promedio aproximadamente 5.3 kilogramos menor y presentaban la mitad de probabilidades de ser obesos en comparación con aquellos que tenían las versiones activas del gen.
"Pero la mayoría de los estudios que relacionan el riesgo de padecer obesidad con las variaciones genéticas se han hecho hasta ahora en la población europea y blanca", afirma Abumrad. "Eso significa que las conclusiones pueden no ser relevantes para personas con distinta ascendencia". El ambicioso All of Us Research Program (Programa de Investigación Todos Nosotros) lanzado por los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos en 2018 (que planea reclutar al menos a un millón de personas de diversas etnias) podría ayudar a evaluar con precisión el alcance de la predisposición genética a la obesidad.
El trabajo realizado por Dina, Yeo y otros investigadores está revelando que las variaciones en numerosos genes relacionados con nuestro comportamiento alimentario pueden estar frecuentemente vinculadas a diversos rasgos de obesidad, como el índice de masa corporal (IMC), el porcentaje de grasa corporal, los niveles de leptina en la sangre, entre otros. Hasta ahora, los científicos han identificado más de 1000 variantes genéticas que explican cada una pequeña parte de las diferencias en el peso corporal entre las personas. Según explica Müller, su asociación con un mayor riesgo de aumento de peso suele manifestarse más adelante en la vida como resultado de la interacción entre los genes de riesgo identificados y las variables del estilo de vida.
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